lunes, 3 de diciembre de 2012

CULTURA GLOBAL



Como bien especifica el término, se habla de cultura y globalización, dos conceptos inconceptualizables si juzgamos por la gran cantidad de definiciones que existen sobre el tema. Pero cuando fusionamos los términos surge un nuevo concepto que no se adapta ni a uno ni otro. Cultura global debiera ser un caso particular de cultura (una cultura global) o bien pudiera ser un caso particular de proceso global (cultura global). Esto nos hace pensar que existen contradicciones dentro de lo que pudiera figurarse como concepto de cultura global. Siguiendo el hilo de nuestro razonamiento, es preciso que se hable de globalización cultural. Con esta precisión tan importante nos adaptamos a los vocablos de los cuales se deriva el fenómeno y se caracteriza mejor el proceso. 

La globalización en la cultura se manifiesta en la integración y el contacto de prácticas culturales: marcas, consumo de medios, valores, iconos, personajes, imaginario colectivo, costumbres, relaciones, etc. En un sentido restrictivo del concepto de cultura, se entiende sobre todo lo relacionado con la difusión y consumo de los productos culturales a alcance mundial, fundamentalmente cine, televisión, literatura y música, en los que el factor tecnológico multiplica su capacidad de difusión a gran escala.
A esto se suma la existencia de focos de atracción para un intenso turismo cultural, manifestados en los principales destinos turísticos y en los grandes eventos expositivos (grandes museos, ferias y convenciones) que aspiran a hacer accesible una cultura de alcance mundial, en estrecha relación con la ampliación de las redes de transporte internacionales, especialmente el aéreo.
El mercado mundial para las industria del entretenimiento, de las que el cine estadounidense ha sido el mayor exponente a lo largo de todo el siglo XX, depende de dos factores técnicos: medios de comunicación e idioma. La barrera del idioma sigue dependiendo de la realización de doblajes y traducciones, en las industrias de contenidos narrativos, creándose mercados sectoriales para las grandes lenguas multinacionales como el español o el francés, además de la posición dominante del inglés.
Con la progresiva y rápida digitalización de todos los soportes de comunicación, se reducen las barreras a la difusión mundial, reservada durante buena parte de la segunda mitad del siglo XX a las firmas de radiodifusión, los circuitos de exhibición y los acontecimientos de cobertura internacional (especialmente los deportivos). La cultura global es por lo tanto audiovisual, y de masas. Los argumentos universales narrativos y simbólicos tienden a fundirse en los nuevos iconos audiovisuales, renovados en su estética (estilo, actores, efectos especiales, ambientación, etc. 

           

       

Uno de los mayores temores que despertaron los cambios globales de los últimos años (la expansión de las nuevas tecnologías y de la industrialización), reforzados todos ellos por la caída del Muro de Berlín en 1989, fue que, "instaurada la modernidad" (cualquier cosa que eso signifique), quedaría sepultada la cultura local.
     Pasada más de una década de vorágines y cambios políticos y sociales con repercusiones a todas las escalas, lo que ha sucedido en el mundo globalizado no es sino el reordenamiento de la cultura local, tanto en países como en regiones. En algunos casos, incluso, lo local se ha vuelto global, para sorpresa de muchos.
     Estos cambios macrosociales de los hábitos cotidianos, así como sus perspectivas, constituyen el objeto de estudio de la Serie Culturas que la editorial Gedisa ha lanzado esta primavera. Néstor García Canclini, director de la colección, antropólogo y estudioso de la cultura urbana, plantea la tesis de que ni la modernidad ni la globalización anulan las culturas tradicionales y locales, pero considera al mismo tiempo que éstas no pueden ser entendidas sin los procesos y los movimientos globales.

                         

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